sábado, 19 de enero de 2013

Memorias, por Yoselin Francis

Era un día normal, escuchaba distraídamente el sonido del viento, sentía el calor azotar mi piel, y el aroma de la grama recién cortada se filtraba en mi sistema. Mis sentidos libraban una batalla con mi voluntad, mis sentidos necios no me perdonaban, me aferraban a la realidad, justo cuando buscaba una desconexión del mundo, de lo terrenal.

Cerré mis ojos, en la búsqueda de aquella bella oscuridad con la que empiezan mis más fabulosas fantasías, sede de mis sueños más vívidos. El lugar de nuestros encuentros, donde eres mío. Enfoco mi mirada, y de pronto te veo, tan glorioso y hermoso, haciéndole justicia a cada uno de mis recuerdos. Recorro tu cuerpo con mi mirada, y me detengo en tus ojos comprensivos que me miran con cariño, mi corazón se salta un latido al reconocer la presencia de su dueño. Sin que yo lo advierta, mis pies me hacen desplazarme y me aproximo con suavidad, temiendo que te desvanezcas con cada paso que doy, y observo que me sonríes con tranquilidad. Sin que mi consciencia lo advierta, me encuentro corriendo hacia ti, en esta superficie inexistente que me sostiene. Aquellas ilusiones que me acercan a ti. Mis manos te buscan con desespero, y me doy cuenta que por más que te toque mis manos no te reconocen. Mi alma se acongoja, y derramo lágrimas porque mis fantasías encuentran sus límites, porque la memoria está desgastada. Sin embargo, siento una de tus manos en mi mentón y observo tus ojos hermosos y comprensivos que se acercan a mí, y sin sospecharlo me doy cuenta que tu mirada fue la invitación que me hicieron tus labios cuando los siento en los míos. Es con nuestro beso que pierdo el control, y mi cuerpo es posesionado por esta dichosa e intensa euforia que me inunda.

Porque estás aquí.

Porque estás conmigo.

Porque el amor está intacto.

Y sin más, vuelvo a sentir el calor en mi piel, el aroma de la grama recién cortada, y los sonidos distantes del viento. Sin embargo, esta vez extiendo mi mano para sentir el frío de tu lápida mientras cierro mis ojos buscando aquella bella oscuridad donde me encanta fantasear, donde sé que te voy a encontrar.

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Sobre el autor: Yoselin Francis, o Yosi, como le dicen todos sus amigos, es una de las mejores estudiantes de su grupo de cuarto año. En sus escritos se ve reflejada la madurez y el conocimiento adquirido sobre las emociones humanas estos 4 años de carrera. Fanática de Calle 13, la buena salsa y en general los ritmos tropicales y la sana diversión, Yosi representa un claro ejemplo de que un buen profesional sabe balancear su vida entre lo académico y lo social, sin sacrificar una o la otra.

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