miércoles, 17 de octubre de 2012

Autorretratos en drogas


Nuestra compañera Dandara Morales, de tercer año, nos compartió este link, y ahora nosotros lo compartimos con todos ustedes.

Al principio pensé escribir todo un post sobre este articulo, pero luego pensé "hey...'una imagen dice mil palabras'" (era así el dicho, no?), así que no escribiré mucho y los dejaré pasar directo a ver las imágenes...y vaya que tripearán estas imágenes.

Resulta que este artista, Bryan Lewis Saunders, decidió tomar una droga diferente cada día y dibujar un autorretrato bajo la influencia de dicha droga. Los dibujos resultantes son impresionantes: van desde garabatos hasta obras de arte elaboradas y que honestamente yo colgaría en mi pared.

Después de consumir hongos dibujó esto...wao.
Para aquellos amantes de la psicología proyectiva, ver estos dibujos es meterse en guillas por bueeen rato analizando todo lo que el artista refleja con sus trazos sobre su estado mental bajo la influencia de cada droga.

Aquí el link para que vean todos sus dibujos: linkilink



-Jesús Baena

miércoles, 10 de octubre de 2012

Pluma Libre: "Un Cuarto" por Carlos 'tuto' Curiel

Un cuarto, cuatro paredes, un techo, un piso. Una vida entera puede ser leída sólo si lo observas con atención.

Paredes que se pasan cuentos, el techo que soporta regaños, castigos y reglas. El suelo que no te deja caer en un vacío sin fin. Las paredes, ellas solo absorben las lágrimas. Éste cuarto sabe quién llora y quien hace llorar, quien ríe de verdad y quién lo hace hipócritamente, quién ha pecado y quién no se atreve a desobedecer. Quiénes respetan, quiénes lastiman, quién duerme y quién se desvela por otra persona. Resiste los llantos de las personas, sabe sus debilidades; por quién lloran y el por qué.

Las paredes están presentes en todo momento, saben si se han lastimado a propósito y quién ha tenido accidentes. Guardan secretos tan íntimos, que las personas creen que se van a la tumba con ellos, pero aún quedan las paredes, el techo y el suelo

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Sobre el autor: Carlos -tuto- Curiel, estudiante de primer año en la escuela de Psicología de la USMA, es uno de los estudiantes que mayor potencial muestran. Músico virtuoso, excelente estudiante y miembro de la nómina de estudiantes de Psicología Eros'13, Tuto logra integrar sus talentos naturales con su conocimiento en psicología, dando como resultado este primer post de nuestro segmento Pluma Libre.

Síguelo en Twitter: @Tuto_Curiel 

sábado, 6 de octubre de 2012

¿Por qué Helga ama a Arnold? por Jesús Baena

¡Oye Arnold! (Hey Arnold!) es una serie animada estadounidense, producida por la cadena Nickelodeon, que muestra la vida de un niño de 9 años en Hillwood City, una ciudad ficticia ubicada en el estado de Washington, pero que mezcla elementos de Brooklyn, New York, Seattle y hasta Londres.

Y vaya que Arnold es un personaje interesante: la pérdida de sus padres, el significado que le otorgaron ellos y sus abuelos a su nacimiento (supuestamente milagroso, durante la erupción de un volcán), la manera en que parece ser el Superyo de todos sus compañeros de salón (y de los adultos también) -algo así como un Pepe Grillo sin Pinocho, ayudando a quien se le ponga en frente-, su relación con sus abuelos: un veterano de guerra con ocasionales síntomas de estrés post-traumático y una señora que en cada capítulo se cree alguien diferente… en fin, en Arnold hay material para analizar de sobra. Sin embargo, hoy me enfocaré en el segundo personaje principal: Helga G. Pataki.

Helga, niña de 9 años con una sola ceja, está perdidamente enamorada de Arnold, pero lo oculta siendo grosera, antipática y ofendiéndolo constantemente. Tiene unos padres en extremos despreocupados y una hermana mayor llamada Olga. Helga nunca se llevó muy bien con su hermana por la envidia que le genera el hecho de que sus padres siempre la valoraran más. Es inteligente –tanto o más que su hermana-, gran poeta y poseedora de grandes dotes artísticos, aunque se los guarda para ella.

Helga no es tan inocente o positiva como Arnold, pero ama que él sí lo sea.

Ok, ya describimos (grosso modo) a nuestro personaje, vayamos al análisis:

Empecemos este viaje por Helga, teniendo en cuenta la siguiente premisa: “No hay persona capaz de dañarle más la vida a alguien que sus padres”. Seamos objetivos aquí: casi todos amamos a nuestros padres, nos trajeron al mundo, pero, hey…son quienes nos crean y nos crían; nuestro primer contacto social es con ellos y de la manera en que nos traten depende la manera en que trataremos no sólo a los demás y a nuestro entorno, sino también a nosotros mismos. Es por esto que me parece obvia la relevancia que tiene el analizar a los padres de Helga y su dinámica familiar para llegar a una conclusión sobre su comportamiento.

Empecemos con su padre: Bob Pataki. De su infancia no se conoce mucho, en la serie sólo se muestra cómo es en la actualidad, no los hechos que lo llevaron a ser como es. Sin embargo, se sabe que proviene de una familia pobre y que trabajó duro para formar su propia empresa, de la cual se enorgullece mucho. Esto es un factor a tomar en cuenta sobre el señor Bob: es un hombre que valora mucho el trabajo duro y el sacrificio. Trata a todos aquellos que lo rodean como inferiores pues considera que el respeto, al igual que todo en la vida, se gana a punta de trabajo.

A raíz de que desde pequeño aprendió que la única forma de triunfar y ser exitoso era mediante el trabajo, se forja una personalidad que no admite la debilidad dentro de su estructura. Al menos, lo que según una sociedad patriarcal machista significa “debilidad”: dejar ver a los demás que se tienen sentimientos, que a veces se sufre, que se llora…

Los Pataki no hablamos las cosas, las ocultamos bajo el tapete” – Bob Pataki, capítulo: Helga va al psiquiatra

De esta estructura machista de Bob nace su negligencia a la hora de reflejar sentimientos hacia su familia. Expresa sus emociones y orgullo en base a la adquisición de trofeos, premios y dinero.

Bob intenta inculcar esta actitud en sus hijas, lográndolo con la primera, Olga, quien es la típica hija overachiever (común de los primogénitos), orientada a sobresalir siempre en todo lo que hace; sin embargo, Bob fracasa al intentarlo con su segunda hija, Helga.

En cuanto a la madre, Miriam proviene de una familia de clase media alta o alta, mimada por sus padres desde siempre, a pesar de contar con habilidades artísticas, no puede desempeñarse adecuadamente en este campo, o en ningún otro, debido a que la sobreprotección de sus padres la han convertido en una mujer conformista, temerosa de salir de su zona de confort en busca de su autorrealización.

Miriam se casa con Bob Pataki, un joven empresario en potencia con un futuro prometedor y actitud dominante, alguien en quien ve lo mismo que veía en sus padres: un sustento seguro. La excusa perfecta para no tener que hacer nada y vivir cómodamente.

Sin embargo, Miriam no es completamente feliz por haber abandonado sus sueños y haberse entregado a la comodidad que le brinda su esposo, quien asume toda la responsabilidad por creerla incapaz de ser eficiente en sus tareas. Debido a este trato, Miriam desarrolla sentimientos de inferioridad y cae en una depresión que es clara durante toda la serie y que sólo parece atenuarse cuando su hija mayor, Olga, aparece. Es fácil ver por qué Miriam sólo se “sale” de su depresión ante la presencia de su hija: ve en ella el reflejo de todo aquello que ella no logró ser a falta de padres que la alentaran a superarse y trabajar por cumplir sus sueños. De aquí concluimos que:

  • Miriam cumple sus sueños por medio de su hija
  • Siente gran agradecimiento hacia Bob, por moldear a Olga de la manera en que ella quisiera haber sido moldeada, y por darle un lugar seguro para vivir. De alguna manera, Miriam consigue lo mejor de sus dos mundos psíquicos: mantenerse bajo el manto de sus padres (Bob), y realizar sus sueños (por medio Olga)

En cuanto a su relación con Helga, Miriam está tan sumida en su depresión que no le presta atención a su hija menor, quien no tiene más remedio que el de independizarse de ambos padres y buscar lo que ellos deberían ofrecerle, en otros.

Los sentimientos de amor y cariño de Helga hacia su familia no son recíprocos y esto es algo de lo que Helga se hace consciente desde muy pequeña: en un capítulo (“Helga va al psiquiatra”), se muestra una escena en que Helga, a los 5 años, le dice a su padre “papá, yo también soy tu hija” luego de que este la ignorara por ver a su hija mayor tocar el piano.

Es a causa de este desinterés por parte de sus padres que el amor que siente hacia ellos se convierte en algo desagradable y debe desplazarlo; es decir, transfiere la energía psíquica invertida en un objeto que produce angustia, hcia un objeto menos angustiante. En este caso, el amor que Helga deposita en su familia le genera displacer, por lo que pronto debe recurrir a un objeto menos angustiante: Arnold.

Cómo se convierte Arnold en un objeto menos angustiante? En el episodio ya mencionado, Helga nos revela que justo después de que su padre la rechazara por ver a su hermana mayor, ella se retira sola de la casa hacia el kínder. En el camino llueve, la acata un perro y un carro, al pasar sobre un charlo, la baña en lodo. Pero de pronto aparece Arnold, cubriéndola con un paraguas y diciéndole “me gusta mucho tu lazo rosado, porque combina con tu ropa”.

En ese momento Helga ve en Arnold una salida a su miseria: encuentra a alguien amable, cariñoso y que se preocupa por ella; cualidades que no ha encontrado nunca en sus padres.

Helga pronto vuelva toda la carga emotiva que guarda hacia Arnold. Poco después, un chico en el kínder le quita unas galletas a Helga, ella empieza a llorar –cabe destacar que en este momento Helga no es un bully como lo es de grande- pero pronto Arnold se acerca y le da una de sus galletas. Helga reacciona sonrojándose muy evidentemente y sus compañeros empiezan a burlarse de ella. Aquí Helga entra en caos. El mismo objeto que le había generado tantos buenos sentimientos, ahora era la causa de su humillación. 

Arnold se convierte entonces en un objeto extraño: es un conjunto de identificaciones proyectivas patológicas de energías positivas y negativas, que crea en Helga confusión. Helga reacciona como reaccionaríamos todos ante un objeto extraño: con hostilidad. Y así empieza el patrón de comportamiento tan ambivalente de Helga hacia Arnold: lo ama, pero demuestra públicamente que lo odia a fin de evitar una nueva humillación.

Helga se identifica con la proyección que ha impuesto en lo que para ella significa Arnold. Es fuente tanto de su angustia como de sus mejores sentimientos. Es evidente la relación patológica que tiene Helga con este objeto, pero como ella misma dijo en terapia:
Nadie sabe que existo, creo que me volvería loca si no fuera por Arnold.”

miércoles, 3 de octubre de 2012

"Lo que sucede en casa se queda en casa" por María Carla Sayavedra Pace

Publicado originalmente el 23 de junio de 2012 en el diario La Prensa

“Cuando desperté, me di cuenta de que las luces estaban apagadas; presumí que dormía, fui a su cuarto a verificarlo y así fue. Entré a revisar que mi mamá estaba haciendo lo mismo, y también estaba dormida; después fui a ver si mis hermanos, que están bien chiquitos, habían logrado conciliar el sueño; fue un milagro verlos dormidos después de lo sucedido. El moretón de Michael, mi hermano más pequeño, estaba colorándose más; de seguro mi mamá lo maquillará con polvo antes de irse a la escuela en la mañana; mi mamá lo tiene bien claro, él siempre lo repite ´lo que sucede en casa se queda en casa´, debe ser que nadie habla por miedo”.

“Fui a mi cuarto de vuelta y, por error, dejé la puerta abierta, espero no descuidar eso la próxima vez; estaba muy triste y, como de costumbre, me puse a llorar; no aguantaba el dolor en mi espalda, ya me habían detectado escoliosis severa por los golpes anteriores, no te puedo describir este dolor y lo peor es que no hay cómo pagar la operación. Papá escuchó mis llantos, mamá intentó detenerlo, pero él la empujó contra la pared, no debía llorar, otra vez me equivoqué, voy a tener que pagar las consecuencias. Entró a mi cuarto y lo último que recuerdo fue la sangre que corría por mi cara; esta vez papá me hizo dormir, solo que a golpes”.

“Mimi, tu eres mi diario, la única que conoce de esto y yo sé que no te vas a atrever a contarle esto a nadie, al igual que yo”. – Diario de Stella P. 13 años.

Así como en este cuento, lo que vive esta niña en su casa es lo que viven miles de niños en nuestro país; el maltrato infantil es una máscara social que puede ocurrir en cualquier familia sin excluir religiones, razas o niveles sociales.

El peor error es callarlo, pero estos niños lo hacen por miedo, miedo a ser lastimados, ya sea física o psicológicamente; por lo general, sus padres los obligan o los amenazan a callar y a no comentar nada, por eso, el dicho “lo que sucede en casa se queda en casa” es el más apropiado para las familias en las que ocurre violencia y los niños sufren por maltrato.

Por más crudo que suene, el maltrato infantil es una realidad que no queremos ver y una realidad que no queremos aceptar, porque en Panamá “todo es perfecto”; el miedo de qué dirá la sociedad, sus comentarios, qué pueden pensar de la familia, el miedo de que vuelvan a sufrir un golpe o un insulto más se va acumulando, poco a poco, en ellos impidiéndoles saber qué decisión tomar.

Aprovecho que ayer se conmemoró el Día del Psicólogo en Panamá para invitar a todo los habitantes del país a que tomen conciencia de esta situación. La cultura panameña ha influido sobremanera para que el maltrato infantil se vea como una forma de conducta o enseñanza para los niños: “le pego o le grito para que aprenda”. Y, por supuesto, que va a aprender: pero a golpear y a maltratar, igual que su agresor.

El maltrato infantil no es un juego o un método de aprendizaje sano; es un abuso psicológico y emocional que puede perjudicar la vida y el futuro de cualquier menor, pues aunque existan golpes que no logremos ver a simple vista, como el maltrato de forma verbal o abuso psicológico, son golpes que ellos van a ver y sentir el resto de sus vidas, si no se les brinda un tratamiento o una terapia psicológica adecuada.

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Sobre el autor: María Carla Sayavedra cursa actualmente su segundo año de Licenciatura en Psicología en la USMA. Si bien es una de las mejores estudiantes, no se debe cometer el error de considerarla aburrida o simple: actualmente concursa en el certamen Miss Turismo de Panamá, mantiene su propio blog (http://mari-sayavedrap.blogspot.com/), es vicepresidenta de la nómina Eros'13 de estudiantes de Psicología de la USMA, es bailarina y ha sido actriz de teatro en ocasiones. Divertida y alegre, pero siempre manteniendo su formalismo y seriedad, María Carla es una digna representante de la escuela de Psicología.

Síguela en Twitter: @MariSayavedra

jueves, 27 de septiembre de 2012

Romanza Psicopática por Ariel Abarca

Tus gritos dirigen una sinfonía,
aliciente perfecto para mi imaginación.
Por satisfacer mi urgencia, todo daría.
Tu sudor es sangre derramada por tensión.
Tu voluntad desvaría,
tu piel tersa y pálida se retuerce,
se contrae del dolor.
Dolor que yo provocaría,
privilegio que nadie me negaría,
placer que nadie entendería.

Me cuesta esperar el momento,
es difícil postergar el deseo
y que otro sepa qué se siente tu piel,
que me quite lo que poseo.
Que sepa cómo se siente tu sangre,
corriendo cual río por su cauce.
Ideas que invaden mi realidad.
Estoy a la eterna espera de tu soledad.

Tú y yo compartimos este secreto.
esta intimidad es sólo nuestra.
¿Quién cuestiona lo que es perfecto?
Aquél que en misterio se adentra.
Pero no confundas esto con amor,
sólo quiero que seas un alimento más
para el demonio que habita en mi corazón. 

Tal vez eres más bella por dentro, sí.
Me encantaría averiguar.
Aquel manantial carmesí 
corre por tu cuerpo, me pide libertad.
¿No escuchas los gritos de tu interior?
¿Tus defectos realmente te hacen inferior?
Traicionas la confianza que no dudé en dar.
No mereces más que estar destinada
a ser parte de mi creciente deseo de matar.

No hay ira, no hay rencor.
En lo que en mí abunda
es la indiferencia disfrazada de perdón.
Aquella espontánea indiscreción
sería lo único de lo que me arrepentiría.
Asciende la euforia por dejarme llevar
por los sonidos idílicos de tu agonía.

Mi intención no es lastimarte,
sólo quiero justificarte.
No hay acto sin consecuencia,
no hay vida sin muerte,
no hay artista sin arte,
mi mayor anhelo es matarte.


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Sobre el autor: Ariel Abarca, estudiante de Psicología en la USMA, actualmente cursa su 3er año de licenciatura y es uno de los mejores alumnos de su promoción. Conocido por su actitud relajada, la elocuencia de sus comentarios en clase, y la creatividad y originalidad de sus bromas, las palabras de Ariel -ya sean escritas, dichas en clase o jodiendo en un parkin- siempre son bien recibidas.

Síguelo en twitter: @ArielAbarca